La Paz de Versalles de 1783 y el nacimiento de una Nación

| Javier Gómez

Firma del Tratado de Versalles de 1783

Ocho años de conflictos dieron como resultado el nacimiento de una gran Nación, los Estados Unidos de América. Aquella guerra por la Independencia comenzó en el año 1775, pero ya dos años antes tuvo su primer precedente cuando un grupo de castigados colonos americanos a los que se conocieron como «Hijos de la Libertad» decidieron amotinarse en Boston arrojando al mar todo un cargamento de té en oposición a los impuestos que los ingleses pretendían imponer sobre este producto.

Este primer motín y la reacción tanto de ingleses como de las Trece Colonias fueron la primera semilla que sembró el campo de una futura guerra entre colonos y británicos y que tuvo su punto culminante en la patriótica aprobación, el 4 de julio de 1776, de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos que elaboró Thomas Jefferson con el beneplácito de 56 congresistas, entre los que se encontraban el propio Jefferson, George Washington, John Adams y Benjamin Franklin, representantes de las primeras Trece Colonias americanas.

Aquellas «Colonias Unidas, por derecho libres y soberanas» seguirían luchando por su independencia durante siete años más hasta que la batalla de Yorktown supuso la derrota inglesa y el fin de la Guerra.

Tanto franceses como españoles, unidos en su animadversión hacia los ingleses, y con claros intereses políticos no solo en la zona, sino en otros territorios coloniales repartidos en otras partes del mundo, se unieron a los colonos en la lucha.

La Guerra de los Siete Años que finalizó en 1763 había supuesto una sonora derrota francesa y española en Ultramar y la casi total hegemonía británica en el continente americano de modo que aquel enfrentamiento con los colonos supuso el motivo ideal para apoyar a los americanos, siguiendo el dicho de «el enemigo de mi enemigo es mi amigo».

La entrada de Francia en la Guerra de Independencia fue clara y decidida cuando en febrero de 1778 firmó una alianza con los colonos. Por su parte, España, más temerosa del poderío inglés, hizo su entrada en la guerra de forma indirecta al firmar el acuerdo no con los colonos, sino con los franceses, mediante el Tratado de Aranjuez, el 12 de abril de 1779, por el que se comprometía a ayudar a Francia en la guera a cambio de que ésta la apoyara en sus deseos de recuperar Menorca, Mobile, Pensacola, la bahía de Honduras y la costa de Campeche de manos británicas, además de volver a luchar por la recuperación de Gibraltar.

La última en unirse sería Holanda, quien vio en el entente la posibilidad de recuperar su hegemonía de los mares.

Finalmente, Catalina de Rusia y los países escandinavos formaron «la Liga de los Neutrales» que abogaban por lograr la paz de navegación por el Atlántico. Quedaba así Inglaterra prácticamente aislada internacionalmente.

El sitio de Yorktown puso punto y final a la Guerra de la Independencia cuando el ejército británico comandado por el general Cornwalles cayó derrotado por los colonos, a cuyo frente estaba George Washington, con la ayuda del ejército francés que dirigía el Marqués de La Fayette.

Mientras España seguía hostigando con frecuentes escaramuzas el Peñón de Gibraltar, el cual asedió en diferentes ocasiones, Francia se hacía fuerte en el Caribe, donde pretendía controlar las Antillas. Los frentes se le abrían a los ingleses quienes ante el temor de pérdidas mayores decidieron comenzar las conversaciones de paz.

Los colonos rebeldes y los franceses comenzaron el parlamento con los británicos en noviembre de 1782, conversaciones que dieron pie a la firma de un tratado preliminar que fue firmado el 20 de enero de 1783 con la mediación de los emperadores austríaco y ruso. Por su parte, las conversaciones de paz con España se alargaron centradas en el dominio de Gibraltar, de vital importancia para Gran Bretaña, al considerarla como la puerta defensiva del Mediterráneo.

Finalmente, y a cambio de Gibraltar, Inglaterra ofreció a España la devolución de la Florida, propuesta que acabó por aceptar el rey Carlos III a través de su embajador el Conde de Aranda.

Con todos los contendientes ya de acuerdo el Tratado de Versalles se firmó el 3 de septiembre de 1783, en lo que supuso una clara derrota inglesa, que perdió bastantes territorios, pero que ellos mismos consideraron como «digna» dado que finalmente consiguieron mantener Gibraltar frente a los españoles y las Islas de Saintes, en Dominica, frente a los franceses.

La Paz de Versalles contemplaba los siguientes puntos:

  • Se reconoció la independencia de las Trece Colonias americanas y se fijó la frontera con Canadá, creándose así los Estados Unidos de América, dándole a esta nueva nación el territorio entre Florida y Canadá y al este del río Mississippi.
  • Estados Unidos obtenía además el derecho de la explotación pesquera de Terranova.
  • El reconocimiento de deudas de ambas partes.
  • La liberación de los prisioneros de guerra.
  • Devolución a España de Menorca, las dos Floridas, la costa de Nicaragua, la de los Mosquitos en Honduras, y Campeche, mientras que Inglaterra se quedaba con las Bahamas y Gibraltar.
  • Devolución a Francia de San Pedro y Miquelón, Santa Lucía y Tobago, la Luisiana y localidades en torno al río Senegal en África.
  • Holanda recibía Sumatra, pero por contra éstos le reconocían el derecho a los buques ingleses a navegar por el Índico y a devolverles Negapatam, una zona de India.
  • Por último, Canadá seguía bajo dominio británico.

Galería de los Espejos en Versalles

Galería de los Espejos: foto de Myrabella

DE TURISMO POR VERSALLES

Versalles es una localidad que se encuentra a escasos 17 kms. del centro de París y que en tiempos fue sede no oficial de la monarquía francesa en tiempos del rey Luis XIV, allá por finales del siglo XVII y todo el siglo XVIII. La ciudad de Versalles es famosa por su inmeso y bellísimo palacio, así como por los jardínes que lo rodean, muestra del lujo en el que vivía la corte francesa en aquella época.

El Palacio, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue construido inicialmente por el rey Luis XIII como pabellón de caza. Sin embargo, fue su sucesor, Luis XIV quien lo embelleció, agrandándolo y dándole un uso muy diferente, enfocado a mostrar el poder del absolutismo real que imperaba en Francia. Convertido en Palacio Real, Luis XIV engalanó los aposentos tanto del Rey como de la reina, y creó su famosa Galería de los Espejos. Bajo el reinado de Luis XV, el Palacio de Versalles siguió mejorándose, esta vez con la construcción de la Capilla y de la Ópera. La Revolución Francesa vio en el Palacio el símbolo del derroche realizado por los monarcas ante un pueblo abandonado en la pobreza de modo que en el año 1789 la mansión perdió su categoría de sede real. Prácticamente abandonado, no fue sino hasta el siglo XIX, en el año 1830, cuando se le encontró un nuevo uso: ser sede del Museo de Historia francesa.

Si estáis en la Galería de los Espejos y miráis por uno de los ventanales, os quedaréis abrumados por la impresionante belleza de los jardínes del Palacio, ejemplo perfecto de lo que es un jardín francés. Fuentes, canales, lagos, estatuas y una simetría casi perfecta dan vida a este jardín de estilo neoclásico y de ni más ni menos que dos hectáreas de tamaño… aunque qué son dos hectáreas teniendo en cuenta que todo el conjunto palaciego ocupa la friolera de 800 hectáreas.

Todo el conjunto está compuesto por tres palacios: el principal del que os he hablado, el Gran Trianon y el Pequeño Trianon, sin contar con otros pequeños edificios destinados a otros usos, como las caballerizas o las salas de juego. Cuenta con un bosque de 300 ha. con 42 kms. de caminos para pasear, con 372 estatuas y con 55 estanques, entre los que destaca el Gran Canal, de 24 ha.

Mucha historia se esconde en esta localidad, Versalles. Muchos episodios históricos que, aunque siempre se han relacionado con su Palacio y la Revolución Francesa, se han escrito con la tinta de otros muchos conflictos…

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Category: Turismo e Historia en America




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