El telón de acero y la partición de Europa

| Javier Gómez

Conferencia de POstdam

La ocupación cuatripartita de Berlín en el año 1945 terminó con una Guerra, la Segunda Guerra Mundial, pero dio comienzo a otra que duró bastantes más años, la Guerra Fría, una batalla psicológica que tuvo al mundo en jaque durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX al tener al mundo dividido en dos grandes potencias totalmente enfrentadas entre sí: EEUU y la URSS.

Muchos términos se acuñaron en aquella época para hablar de sucesos y eventos que se desarrollaron en aquellos tensos años, y uno de ellos, de los primeros que pudimos oír fue el de «telón de acero«, una expresión acuñada por Winston Churchill de forma privada en un telegrama que el gobernante inglés envió al por entonces presidente norteamericano Truman el 12 de mayo de 1945 para referirse a la división que se estaba produciendo en Berlín entre las tropas soviéticas invasoras y las aliadas. Aquella expresión se hizo oficial cuando el propio Churchill volvió a utilizarla en un discurso que supuso una piedra más en la construcción del camino que llevaba hasta la denostada Guerra Fría.

Fue el 5 de marzo de 1946, en el Westminster College de Fulton, en Missouri, cuando el político británico afirmó que «Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero«. Evidentemente aquella provocación no pasó desapercibida para los soviéticos que lo entendieron como una grave ofensa y como una amenaza para la tambaleante paz aún en ciernes.

La toma de Berlín como colofón final a la Segunda Guerra Mundial fue llevada a cabo de forma conjunta por soviéticos, franceses, británicos y estadounidenses. Cada uno de ellos tomaron una parte de la ciudad, que fue, así, dividida en cuatro partes. Sin embargo, a efectos reales, rápidamente se diferenciaron dos bloques: por un lado, británicos, franceses y norteamericanos, con ideales más afines y comunes, y por el otro, los soviéticos, despechados por sus trágicas derrotas de los dos años anteriores ante los alemanes, frente a los que perdieron una buena parte de su población.

Las verdaderas posturas de unos y otros quedaron bien patentes en la Conferencia de Postdam, lejanas al tono cordial de la de Yalta de meses antes. Del 17 de julio al 2 de agosto de 1945, Truman, Atlee y Stalin, acordaron la autoridad que gobernaría tanto en Berlín como en Viena, también dividida en cuatro partes. Por aquel entonces se consideraba una mera división administrativa en la que los rusos quedaban al este de Berlín, los americanos al suroeste, los británicos al noroeste y los franceses al oeste. Pero las primeras divergencias importantes se reflejaron al tratar las reparaciones de guerra.

La URSS exigía cantidades acordes a las enormes pérdidas sufridas durante las batallas en territorio soviético. Reparaciones que, por otro lado, eran claramente imposible de cumplir pues Alemania era por entonces un país literalmente en quiebra económica y en ruinas tras los intensos bombardeos sufridos. Los aliados abogaban más por ayudar al país alemán a levantarse de forma controlada. A reconstruir sus ciudades y su economía para así evitar una infección a todo un continente ya de por sí empobrecido. Por un lado, las cantidades desorbitadas que pedía la URSS habían sido impuestas con una segunda intención presumiblemente: su no cumplimiento llevaría al país a estar en deuda con la URSS y por tanto, dentro de su arco de influencia. Por otro lado, levantar la economía de Alemania y reconstruir sus ciudades habría de hacerse exclusivamente con la ayuda del dinero proveniente de EEUU, el único país que podía ayudar materialmente al ser el que menos había sufrido en la guerra, lo que colocaría a los americanos a la cabeza del gobierno mundial.

telón de acero

Comenzaba así el enfrentamiento entre dos potencias emergentes, batalla que inicialmente ganaría EEUU cuando con su plan Marshall abogó por una línea de ayuda a buena parte de Europa que acabó por convertirla en la primera potencia económica del mundo.

Con aquella frase de Churchill y su expresión del «telón de acero» reflejó claramente la posición soviética que se estaba tejiendo en Centro Europa. Aquellas palabras de Churchill, que incluso, con diplomacia Atlee y Truman intentaron contrarrestar, se verían reflejadas con el reparto de Polonia que quedaría bajo control soviético (con el fin de poner la suficiente distancia entre Alemania y la URSS en previsión de posibles futuros enfrentamientos con los alemanes), y el golpe de Praga de 1948. Checoslovaquia también pasaría a la esfera soviética y solo Finlandia y Yugoslavia, de los países del Este de aquel imaginario telón de acero, se mantuvieron al margen del dominio ruso; Finlandia por haber firmado un tratado con la URSS que le permitió mantener su sistema de democracia pero a cambio del apoyo diplomático ante las peticiones de los soviéticos, y Yugoslavia por el enfrentamiento que mantuvieron el mariscal Tito con Stalin.

Qudaba poco para que se levantara el fatídico Muro de Berlín que partiría definitivamente a Europa…

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Category: Turismo e Historia en Europa




Comentarios (1)

  1. juan dice:

    q siga…