La batalla de Lepanto, junto al golfo de Patrás

| Javier Gómez

Lepanto - el combate entre la Real y la SultanaLa batalla de Lepanto – combate entre la Real y la Sultana

Macedonia, Bulgaria, Serbia y Bosnia habían ido cayendo sucesivamente frente a las huestes del temido Imperio Otomano. Las bárbaras acometidas de los turcos habían sembrado el pánico allá por donde marchaban y el Mediterráneo en pleno se encontraba en alerta ante la expansión de unas fuerzas cuyo objetivo estaba fijado en Italia. El otro gran imperio continental, el español, veía con temor como poco a poco los turcos podrían convertirse en un rival que amenazaba cada vez con mayor fuerza su vasto Imperio, máxime si sus fuerzas eran capaz de adentrarse en la península itálica.

Lepanto era el punto clave donde detenerlos, junto al golfo de Patrás, y luchar así por el control del Mediterráneo, centro neurálgico de todo el tráfico comercial marítimo que provenía de Oriente.

Había sido más de un siglo de expansión de los otomanos desde la toma de Constantinopla, final del antiguo Imperio Romano de Oriente en el año 1453. Desde entonces, por tierras continentales, y tras caer también Valaquia, Besarabia, Bosnia y Hungría, sólo Viena había sido capaz de frenarlos a sus puertas. Por mar, Chipre y toda la costa del Adriático estaban ya en sus manos, mientras por el Sur los territorios turcos y de otros estados islámicos penetraban ya hasta Túnez, Argel y Orán, prácticamente frente por frente a los territorios cristianos del Imperio español.

Era absolutamente necesario formar una alianza que luchara contra los turcos y aún cuando los intereses de las dos grandes potencias occidentales, España y Venecia, eran contrarias, tuvieron clara la necesidad de unirse. Los venecianos habían sido los más afectados. Potencia marítima hasta apenas un siglo antes, sus posesiones se vieron afectadas primero por las conquistas portuguesas y después por los otomanos. Ante el temor a perder por completo su monopolio optaron por recurrir a España. Felipe II, rey de España, pretendía formar una Alianza que permitiera mantener el Mediterráneo, mientras los objetivos a corto plazo de los venecianos se centraban sobre todo en la reconquista de Chipre. Contarían con la ayuda de los Estados Pontificios en lo que se podría a llegar a convertir en una lucha religiosa en la que claramente se vería implicado el Papado. Pio V se ofreció a financiar la expedición y así, en el año 1571, se formó la Liga Santa con España, Venecia, Génova, la Orden de Malta, el ducado de Saboya, la Toscana y los Estados Pontificios, y con ellos una magnífica flota que sería comandada por Don Juan de Austria.

Curiosamente, la superioridad numérica en barcos era de los turcos, pero eran los barcos de la Liga mucho más aguerridos y modernos. Mientras España y sus socios contaban con 206 galeras y 6 galeazas, los turcos tenían 216 galeras, 64 galeotas y 64 fustas.

Los «cristianos» se reunieron en Mesina, mientras los turcos permanecían en Lepanto, junto al golfo de Patrás, en territorios hoy griegos. En la flota turca, bastante antigua, sólo los jenízaros contaban con cierto armamento de importancia, pues la gran mayoría de sus hombres sólo tenían arcos y flechas con los que disparar a distancia.

Fue el 7 de octubre del año 1571 cuando la flota comandada por Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos V, llegó a Lepanto. Allí lo aguardaba la flota turca, comandada por Alí Pachá, colocada en su clásica formación de media luna con la que conseguían habitualmente rodear a sus enemigos por los flancos.

En el centro de la media luna estaba los 95 barcos de Alí Pachá, a su derecha lo apoyaba el corsario Sulik, conocido como «Sirocco», mientras a su izquierda estaba Uluj Alí, además del apoyo de los barcos de Dragut, gobernador de Trípoli y aliado del Sultán.

Enfrente, en la escuadra cristiana, en el centro, estaban las 62 galeras de Don Juan de Austria, a la izquierda suya, los venecianos, que comandaba Agustín Barbarigo, y a la derecha de Don Juan, las galeras genovesas que mandaba Andrea Doria. Por detrás, las naves reservas de Álvaro de Bazán. Por delante de todos ellos se colocaron 6 galeazas venecianas, dos en el centro, dos a la izquierda y dos a la derecha, grandes barcos a remo que contaban con una gran potencia de artillería de la que carecían los turcos.

Por la derecha, y cercanos a la costa adriática, los barcos de Sulik, alias Sirocco, casi rodearon a los venecianos que sufrieron bastantes pérdidas, entre ellas, 8 galeras que fueron hundidas además de la muerte de su comandante, Barbarigo, quien murió por un flechazo en un ojo. Sin embargo, y gracias a que consiguieron hundir la nave capitana turca, consiguieron rehacerse y finalmente aprehender al propio Mehmet Sulik.

En el centro, las naves de Don Juan de Austria se adentraron entre las líneas turcas y la Real, la galera en la que iba el propio Don Juan, se puso proa con proa con la Sultana, la nave capitana turca. La lucha fue encarnizada pero finalmente se hicieron con el estandarte turco y Alí muerto de un disparo en la frente.

En la izquierda, las naves de Uluj Alí también rodearon a los genoveses de Andrea Doria y sólo el apoyo de las reservas de Álvaro de Bazán consiguió enderezar el combate hacia las tropas cristianas. Los turcos capturaron varias naves cristianas. Los tripulantes de la Piamontesa, nave del ducado de Saboya, fueron todos degollados; de las naves del Papa, la Florencia solo tuvo 16 supervivientes mientras que de la San Juan murieron todos. desgraciadamente para Uluj Alí, cuando en el centro de la batalla, la misma se decantó hacia el lado cristiano, todas las naves sobrevivientes acudieron en apoyo de la banda derecha cristiana, la de los genoveses, echándose encima de las naves de Alí. Éste tuvo que huir, y aunque en un primer momento intentó continuar con las naves cristianas apresadas, finalmente hubo de cortar los cabos que unían sus presas y dirigirse a Lepanto de regreso. Allí, en su puerto, incendió las naves supervivientes para evitar que fueran capturadas.

Formación de las flotas en Lepanto

Precisamente en la Marquesa luchaba un solddo de 24 años que, herido y cautivo por los turcos, cuando su nave fue liberada nuevamente, y aún encontrándose en muy mal estado, pidió nuevamente ser colocado en el frente para volver a la lucha. Puesto al mando de un grupo de soldados, sin embargo, perdió el movimiento de su brazo izquierdo «para gloria de la diestra». Era, claro está, Miguel de Cervantes.

A las cuatro de la tarde, Don Juan, preveyendo una tormenta, decidió no continuar en la persecución de los turcos, perdiendo quizás una oportunidad única de infringirles una derrota mayor.

Los turcos perdieron casi 200 galeras, la práctica totalidad de sus barcos, además de perder 30.000 hombres, mientras la alianza cristiana perdería solamente 10 galeras y 7.500 fallecidos. La victoria había sido aplastante en la práctica, pero fue una victoria más psicológica que real porque a pesar de su derrota, los turcos se rehicieron para tomar años después Creta. Es cierto que los otomanos habían perdidos una buena parte de sus naves, pero lo cierto es que en aquella batalla de Lepanto no perdieron ningún territorio.

Tan solo se había conseguido vencer aquel miedo a los turcos a los que se consideraban invencibles.

UN POCO DE TURISMO

Lepanto, conocida hoy dia como Nafpaktos, es una bella localidad de la Grecia Central, entre el Peloponeso y Epiro. Situada en alto sobre una colina de unos 200 metros de altura, este pintoresco municipio es uno de los más antiguos de toda Grecia. Las calles bajan adoquinadas por la ladera de la colina hasta desembocar en un pequeño puerto que aún conserva sus aires medievales, con una estrecha entrada bordeada por dos sobrias murallas almenadas de piedra. Desde lo alto de la colina, alza su mirada el Castillo, bastante bien conservado.

Formación de las flotas en Lepanto

Los rastros históricos se conservan por toda la ciudad. Huellas del imperio bizantino y del otomano, e incluso de los venecianos e irán mostrando a nuestros ojos durnate un paseo que sobre todo alegrará nuestra vista, pues desde sus cimas no sólo vemos el inmenso mar que se abre ante el puerto, sino la ciudad de Corinto, opuesta al puerto, e incluso parte de la región peloponesa.

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Category: Turismo e Historia en Europa




Comentarios (1)

  1. Hermosa nota, solo conocía el detalle de que Cervantes perdió un brazo en dicha batalla y que el triunfo de la flota cristiana significó el dominio español del Mar Mediterraneo. Gracias por todos los detalles sobre tan importante batalla, nombres y lugares. Saludos.