El Nilo: su importancia en la vida de Egipto

| Javier Gómez

El rio Nilo

Las aguas del Nilo, el río más largo de África, han sido durante milenios fuente de vida, alacena continua que abastece de alimentos al pueblo de Egipto, y elemento único en los áridos paisajes desérticos saharianos. Es curioso, casi un milagro de la Naturaleza, que semejante caudal de agua pueda cruzar las vastas y secas tierras del Sahara, espectacular desierto en el que parecería imposible la vida humana de no ser por la aparición de este río.

El transformador que es el Nilo convierte a esta región en un vergel donde es posible la agricultura, la ganadería y la caza o la pesca, elementos más que suficientes para que los nómadas acabaran por asentarse junto a sus aguas y formar lo que más tarde sería una de las culturas más fascinantes y enigmáticas que hayan habitado la Tierra.

Podríamos encontrar la etimología de la palabra Nilo en el griego Neilos («valle del río») aunque los antiguos egipcios lo conocieron como Iteru («el gran río»). Formado por la confluencia del Nilo Blanco y el Nilo Azul, el primeor nace en Uganda y Kenia, mientras el Azul nace en el lago Tana, en Etiopía. Ambos se unen en Sudán, a los pies de la ciudad de Khartoum, y ya juntos, navegan a través de las ricas tierras de Nubia para adentrarse en la zona más turística de Egipto, Assuán, el lugar más clásico donde suelen comenzar los cruceros.

Sin embargo, toda esta región que atraviesa el Nilo no siempre fue un desierto. Hace muchos miles de años era aquéllo una zona mucho más verde, con zonas de incluso bosques tropicales. Fue el periodo de glaciación y el posterior aumento de las temperaturas el que lo convirtió en un terreno pantanoso que poco a poco, y tras el drenaje natural, se transformaría en pastizales apropiadas para la plantación de gramíneas. Poco a poco, los grupos nómadas se fueron acercando al río, viviendo de cazar y pescar e incluso de la recolección de plantas. Sin embargo, no fue hasta el sexto milenio a.C. cuando comenzaría a observarse una agricultura propiamente organizada.

Las pruebas encontradas en El Faiyum mostraban ya cierto sedentarismo, lejos aún de la imponente cultura que apenas dos mil años después empezaría a aparecer ya a orillas del Nilo en lo que es el Periodo Predinástico Primitivo, entre el 5500 y el 4000 a.C. Es la época de la cultura badariense, la que se desarrollaría en el Alto y Bajo Egipto.

Fueron las primeras fases de una vida que se ha desarrollado siempre a expensas del río Nilo. Las lluvias acabaron por ser algo extraño en las regiones que atravesaba. Sólo en pleno verano llegaban las inundaciones producto de las crecidas del Nilo. Los aportes del Nilo Blanco y el Azul provocaban un caudal incontenible que hacía que las riberas del río se desbordasen en un régimen fluvial único en el año. Dos crecidas veraniegas que provocaban posteriormente una importante sedimentación y la proliferación de un limo que convertían a sus orillas en una vega fértil y productiva. La vida en los siete países que atraviesa giraba entonces en torno a esas crecidas anuales de modo que tras las inundaciones de julio, aproximadamente, es en septiembre cuando comienza la siembra y luego la germinación. Pasados los meses es entre abril y junio cuando se recolecta todo lo cultivado en esos meses entre septiembre y abril.

No obstante, las crecidas son naturales y por tanto impredecibles. Nadie puede ni podía saber cuáles serían los aportes pluviales de cada año. Eso hizo que hiciera falta un sistema de riegos, diques, canales y presas que posibilitaran un reparto equitativo de sus aguas.

El limo era y es el principal alimento en la agricultura. Gracias a él las tierras son muy fértiles y productivas con capacidad para generar el cereal suficiente como para dar de comer a todas sus gentes e incluso para almacenar el que fuera suficiente para años de «vacas flacas». El pan y la cerveza se convirtió en los productos básicos de su alimentación: el primero hecho con el trigo, el segundo con la cebada. Incluso se cultiva garbanzos, calabazas, cebollas, lechugas y frutas. No en vano al Nilo lo conocen como «el granero de África».

Evidentemente todo este desarrollo y fertilidad del valle propició la vida animal y la práctica de la ganadería. Se criaban aves de corral y corderos, principalmente, pero también favorecía la caza de antílopes, gacelas, conejos y aves, que se acercaban a beber en el Nilo. En sus aguas se pescaban también truchas y carpas…

Es el Nilo, por tanto, la principal fuente de alimentación de sus gentes. Gracias a él se cultiva, se caza y se pesca. Es el agua en el desierto. Es la vida en lo más inhóspito de África. Es, en suma, la columna vertebral que mantiene a países como Egipto, Etiopía o Sudán.

Mapa del Nilo

UN POCO DE TURISMO EN EL NILO

Hablar de turismo en el Nilo es, indefectiblemente, hacerlo de los cruceros que recorren el río, desde Assuán hasta Luxor y El Cairo, o en dirección contraria, en Egipto. Son muchos los barcos que salen diariamente de uno u otro sitio para subir o bajar el río en busca de los vestigios de la antigua civilización egipcia.

Es un viaje impresionante y sorprendente. Altamente recomendable para los amantes de la Historia y para quienes busquen conocer un poco de nuestro pasado, de aquella misteriosa y subyugadora civilización capaz de construir semejantes monumentos hoy día impensables por su perfección y mística.

Lugares como Assuán, Kom Ombo, Edfú, Esna y Luxor son visitas que no hay que perderse en ese recorrido. Desde Assuán, una ciudad en la que destaca sobre todo el templo de Filae o la visita a la Gran Presa de Nasser, se puede ir a una de las grandes maravillas del mundo, el templo de Abu Simbel bien en bus o bien en avión. En Assuán suele hacerse noche o noches, según sea lugar de salida o de llegada. Nuestras siguientes visitas, una vez comenzado el crucero, nos llevarán hasta los templos de Kom Ombo, Edfú y Esna, en el Nilo medio, paradas intermedias que dejan un recuerdo imborrable, el de unos mastodónticos templos que parecen emerger de entre las arenas del desierto, y donde parece no encontrarse otra cosa más que piedras y arena.

Luxor es, a mi parecer, la visita estrella. A mí particularmente, incluso me parece demasiado poco tiempo el que se pasa allí para tantas cosas como hay por ver. En mi estancia allí, de un solo día en el crucero, apenas me dio tiempo a ver muy por encima (casi en un tour visual) cada uno de los monumentos. La lista de lugares a visitar es larga e interesante:

  • El Valle de los Reyes
  • El Valle de las Reinas
  • Los Colosos de Memnón
  • El templo de la Reina Hatshepsut (Deir el Bahari)
  • El templo de Karnak
  • El templo de Luxor

Por lo general, el traslado entre Luxor y El Cairo, o viceversa, se hace en avión. No es un recorrido largo y por tanto se hace en poco tiempo.

La última visita, si viajáis al Norte, es El Cairo, la sorprendente capital de Egipto. Incuestionables las visitas al Gran Bazar donde podréis comprar todo aquéllo que podáis imaginar; la Mezquita de Saladino, y por supuesto, la excursión por antonomasia en Egipto: las Pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos y la Esfinge, frente a ellas. Os recomiendo que asistáis, aunque no vaya incluida, al espectáculo de luz y sonido que se celebra en la explanada de Gizeh, donde se alzan las pirámides.

Si aún os queda tiempo para alguna excursión, mi recomendación os llevaría a tres puntos: bien a Sakkara y su pirámide escalonada, bien al Oasis de El Faiyum o bien a Alejandría, cercana ciudad.

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Category: Turismo e Historia en Africa




Comentarios (6)

  1. omaradrian dice:

    me llega el rio nilo