Swyambunath, el nacimiento de Buda

| Javier Gómez

Buda

El budismo es una de las religiones con más influencia y seguidores del mundo. Aún cuando la mayoría sepan que Siddharta Gautama fuera Buda, quien dio origen a esta creencia, no todos sabrán que su procedencia se encuentra en Nepal, a los pies del Himalaya, en la provincia de Terai. Sin embargo, el joven Siddharta no estaba destinado, en principio, a convertirse en un guía espiritual.

Era hijo de un guerrero, Suddhodana, rey además de Kapilavastu y del clan de los shakia, mientras su madre, Maia, era también princesa y consorte del anterior. Su nacimiento ha estado envuelto en muchas leyendas y tradiciones, una de las cuales habla que fue un pequeño elefante blanco con seis colmillos quien se metió una noche en su lecho hiriéndola en el regazo. Poco después, de aquel encuentro nacería Siddharta Gautama. Tras poner el pie en el suelo, en su lugar de nacimiento creció una flor de loto mientras caía del cielo una lluvia de flores. Ese día, los ciegos recobraron la vista y los sordomudos pudieron hablar.

A aquel mágico lugar llegaron reyes y profetas de todo el mundo. Fue uno de ellos el que profetizó que sería un gran rey o bien un iluminado (Buda). Era el año 543 a.C. (566 a.C. para otros). Desgraciadamente, su madre fallecería al poco de nacer, por lo que fue su tía Prajapati la que se hizo cargo de su educación.

Su padre, el rey Suddhodana, veía en Siddharta a su sucesor natural por lo que, temeroso de la profecía, lo rodeó de todos los lujos posibles en palacio, impidiendo prácticamente su salida del mismo y el desconocimiento de las desgracias mundanas exteriores. Conciertos, mujeres y otros placeres convivieron en palacio desde ese momento.

Sin embargo, su natural curiosidad lo llevó a escapar al encierro hasta en cuatro ocasiones, momentos claves en los que tuvo sus «cuatro visiones o nobles verdades» que le abrieron los ojos y lo decidieron a abandonar su hogar para conocer la realidad del mundo. En la cuarta de esas salidas conoció a Chandaka, un anacoreta en permanente busca de la paz interior. Fue con él con quien partió para recorrer mundo. Tenía por ese entonces 29 años.

Durante seis años vivió como un asceta hasta que hubo de enfrentarse a Mara, rey de los demonios. Cuenta la historia que los rayos que éste le lanzaba acababan convertidos en flores de loto, y que los nubarrones se transformaban en sándalo. Su extrema bondad derrotó a los ejércitos del diablo y Mara hubo de rendirse y retirarse con sus fuerzas del mal.

La posterior meditación profunda (dhyana) en la que se sumió le condujo hasta las puertas del mismo nirvana, un estado en el que se rompe con todo lo terrenal para trascender a su propio destino.

Aquella iluminación lo condujo a ser ese guía espiritual que le habían profetizado, a propagar sus enseñanzas durante 45 años más hasta que en una cueva, en el país de Mallas, reunió a varios reyes para hacerlos partícipes de sus creencias y entregarles el testigo de su legado. El cielo se oscureció, los relámpagos centellearon, los ríos hirvieron y la Tierra se estremeció. Buda, al fin, pasó al estado de paranirvana en Kushi-Nagara, dejando tras de sí un legado de siglos de Historia y una legión de seguidores.

UN POCO DE TURISMO EN SWYAMBUNATH

Nepal es un país como pocos he conocido por la tranquilidad y espiritualidad que aporta. Quizás dominado por la intensa belleza verde del valle de Katmandú, o quizás de la magia líquida de los campos de arroces, lo cierto es que su tierra transmite esa paz interna que durante tantos años Buda quiso ofrecer. Ya en sí, el vuelo a Nepal, la primera impresión que ofrece, desde la ventanilla, es la de la impresionante imagen de las cúpulas nevadas y el severo contraste de su blanco con el verde de su valle.

Katmandú es su capital, sí, pero lugares como Bodnath, Pashupatinah o Swyambunath son los lugares religiosos más importantes de este país, y centro de toda la peregrinación budista.

En concreto, Swyambunath es una visita inexcusable en Nepal. Os recomiendo ir allí y relajaros con el paisaje que se ve desde la colina en la que se levanta su famosa stupa. A sus pies, el valle de Katmandú se extiende, verde y silencioso, mientras desde las alturas, a su alrededor, enmarcándolo, la cordillera del Himalaya con sus inmensos picos, varios de ellos por encima del ocho mil, dibujan su grandeza.

Stupa de swayambunath

Tenéis dos formas de llegar hasta la Stupa de Swyambunath: bien subiendo los 365 escalones que llevan hasta la colina donde se levanta, o bien por el camino más turístico, y que suele hacerse en bus, donde los puestos artesanales y el incesante acoso de los vendedores ambulantes os irán introduciendo poco a poco en lo que es éste lugar.

Curiosamente, a este templo también lo conocen como el Templo de los Monos, por esos numerosos animalitos que por allí se pasean libremente.

El complejo está formado por una estupa, varios templos e incluso un museo y una biblioteca. La estupa central es la más famosa, y una de las fotografías más conocidas del Nepal. Probablemente recordaréis, si habéis visto fotos de este país, las imagenes de un templo de forma circular y redondeada que, en su parte superior, tiene una cúpula en la que dominan en sus cuatro caras los «ojos de Buda». De ese modo, asemejando a la Historia, en la que Buda, en su nacimiento, miró hacia todos los puntos cardinales, también esta estupa «vé» a todos en todas direcciones. En el centro de los ojos, lo que parece una nariz, es el símbolo de la unidad de un país en el que se reúnen budistas e hinduístas para adorar al Iluminado, a Buda.

Foto 2 vía: Jill & John

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Category: Turismo e Historia en Asia




Comentarios (1)

  1. david torres dice:

    muy interesante la informasion