El Rubicón, inicio de una guerra civil
Convulsa la sociedad romana por los desmanes económicos de un Senado más preocupada en amasar su propia fortuna que en gobernar a los ciudadanos, las revueltas y el malestar social era constante. La masa de la población romana se iba empobreciendo poco a poco con lo que el proletariado era cada vez más abundante y miserable. Mientras, los senadores se enriquecían gracias a los ingresos de sus latifundios, de las herencias y de la parte de los botines que obtenían de los saqueos de las provincias conquistadas.
La rebelión de los esclavos en el 71 a.C. de la mano de Espartaco, o la conjura de Catilina que sofocó Cicerón, eran síntomas claras de que la sociedad romana estaba seriamente dañada en su interior.
La ruptura en el corazón del Senado parecía próxima, máxime cuando una figura emergente como la de Julio César mostraba cada vez menos respeto por los poderes senatoriales. Situación ésta que se vio acentuada cuando César presentó una ley agraria que buscaba darle solidez a la economía y que, sorprendentemente fue rechazada por el Senado sin motivo aparente alguno. Probablemente, aquel año 59 a.C. se produjo el distanciamiento definitivo entre Julio César y el Senado, que desembocaría, diez años después, en una guerra civil.
Fue precisamente la conjura de Catilina la que permitió la formación de un triumvirato que formaban Pompeyo, Craso y César. A éste último se le concedió la Galia Cisalpina y el mando de los ejércitos con los que conquistar la Trasalpina. Fueron nueve años (del 59 al 50 a.C.) en los que Julio César estuvo alejado de Roma, tiempo suficiente para que Cneo Pompeyo Magno fuera nombrado cónsul único en el año 52 a.C. y defensor del Senado tras la muerte de Craso, rompiendo así el triumvirato.
Eso movió a César a dirigir sus legiones al punto que más cerca estaba de la frontera con Roma. El 1 de enero del año 49 a.C. el Senado pidió a Julio César que depusiera a sus tropas. Ante la amenaza de las legiones, el Senado otorgó poderes dictatoriales a sus funcionarios y senadores con el fin de defender al Senado.
Había llegado el momento para César. Aquel 10 de enero del año 49 a.C., la más insigne figura que haya dado la Historia de Roma, se encontraba ante el Rubicón, el río que delimitaba la frontera entre Roma y la provincia Cisalpina. Según el propio derecho romano, a ningún general se le permitía cruzar el río con un ejército levantado en armas. Cruzarlo, por tanto, iba a significar oponerse a la Ley Romana e iniciar así una guerra civil dentro de sus propias fronteras.
No era una misión difícil, pues el río no es demasiado ancho, pero su simbolismo era tal que Roma había decretado un estado de excepción.
Cuenta Suetonio en su relato del paso del Rubicón, que un hombre con una flauta se apareció en un margen del río, y cuando más lo harengaban y vitoreaban, poco a poco, se fue hacia la otra orilla. Como si de una señal se tratara, aquella figura, sea leyenda o no, decidió finalmente a César a cruzar el río con sus tropas. «Alea iacta est», el dado sea lanzado, o la suerte está echada, fueron las palabras que el propio Suetonio cuenta que dijo antes de introducirse en el Rubicón.
Una vez las temidas tropas penetraron en territorio romano, Pompeyo, al frente de las fuerzas que defendían al Senado, huyó. Apenas un mes después, Julio César ya había tomado toda Italia, y, sin detenerse, continuó sus conquistas hasta los Balcanes donde se encontraba ahora Pompeyo. Farsalia vio caer a las tropas de éste último que hubo de refugiarse en Egipto donde un esclavo, finalmente, le dio muerte. Tres años después de haber cruzado el Rubicón, Julio César entró en Roma como gobernador absoluto de una República ahora a sus pies.
UN POCO DE TURISMO
Si estáis por la provincia de Forli-Cesena, cerquita del Adriático, y os apetece recordar un poquito de esta Historia os recomiendo que os acerquéis hasta Savignano Sul Rubicone, en la Emilia Romaña. Esta región limita al norte con el Véneto y al Sur con Marcas y San Marino. Un recorrido por la región nos llevará a lugares tan bellos como Bolonia, su capital, Ferrara, Césena o Rimini.
Foto de Stefano Bolognini
Category: Turismo e Historia en Europa