La Mezquita de Córdoba, Historia de España

| Javier Gómez

Resuenan quejumbrosos mis pasos en las baldosas de la Mezquita. Paso a paso, casi deslizándome para no romper el silencio reverente del templo divino, avanzo por el laberinto de luces y sombras que dibujan los últimos rayos de sol. No hay itinerario; no hay orden; sólo una sensación difusa que se pierde como el lápiz del tiempo en un viejo pergamino.

En el intenso «ruido» del silencio reinante los pensamientos viajan a aquella época en que Córdoba fue refugio de grandes pensadores de todo el mundo, en que la ciudad de los omeyas era el centro cultural del planeta. Aquella Sala de las Columnas sirve de marco incomparable para acoger la gran Historia de este templo, parte Mezquita, parte Catedral cristiana.

Pero nuestros pasos deben comenzar allá donde el aroma nos marca el camino de entrada. Es el Patio de los Naranjos el que nos recibe entre olor a azahar, a fresco perenne y a alegría andaluza. Fue bajo el gobierno de Abderramán I, en el año 784 cuando comenzara su construcción. Por aquel entonces, cipreses y algunas palmeras dibujaban una figura que con el transcurso de los años se ha transformado con siluetas de naranjos, noventa y ocho, para ser exactos, que fueron plantados en el siglo XVIII. Todo eso le ha valido convertirse en el jardín vivo más antiguo del mundo.


Allí en aquel recinto de 30 metros cuadrados, donde una bella fuente separa sus tres jardínes, un día, varios siglos atrás, se impartió justicia en Córdoba, y se celebraron las abluciones que daban la bienvenida a la fé musulmana.

Fue el mismo Abderramán I el que, basándose en un templo de Jerusalén, comenzó a construir el templo. De sus arquitectos salió la fabulosa formación de arcos abovedados rojos y blancos que forman la Sala de las Columnas. Fue a mediados del siglo VIII cuando se construyó este primer oratorio formado por once naves y ciento diez columnas graníticas con bóvedas. Curiosamente, y al contrario que todos los templos árabes que e orientan hacia La Meca, éste, por deseo expreso de Abderramán, se orientó hacia Damasco.

Medio siglo después Abderramán II construyó el alminar, mientras Al-Hakkam II la ampliaba en doce sectores más. A Al-Hakkam II le debemos dos de las partes más ricas de la Mezquita: el mihrab, en mármol labrado, y la Kibla, de arcos entrelazados.

Con Almanzor la Mezquita casi duplicaría su superficie hasta llegar a los 24.000 m2 actuales. Esa ampliación posterior hizo que el Mihrab construido en la época anterior se desplazara del centro del templo, donde la tradición musulmana marca y quedara situado a un lado.

Desgraciadamente, la construcción de una Catedral cristiana en su interior podría llegar a considerarse casi un sacrilegio, arquitectónicamente hablando. Dicho templo cristiano, mandado construir por Carlos V en el año 1523, se hizo mezclando estilos variados, desde el gótico al barroco, pasando por el renacentista y el plateresco. Y es que esta Catedral no fue finalizada sino hasta el año 1766, más de doscientos años después de su comienzo.

UN POCO DE TURISMO POR LA MEZQUITA

Córdoba es una ciudad que te embruja y cautiva. Hablar de arte es poco para una ciudad que conserva en su corazón un sabor tradicional, quye te acoge en su corazón, su casco histórico, como si fueras de allí. El barrio de la Judería que rodea a la Mezquita huele a Andalucía pura: blancos encalados, mosaicos y azulejos de colores, tiendas de artesanía, tocas y mantillas, y la torre de la Mezquita siempre presente guiando nuestros pasos. No en vano ella, la Mezquita, es el alma de Córdoba.

Y si cautivadora es a la luz del Sol, mágica se vuelve en la noche. Precisamente ahora, Turismo de Córdoba promueve la visita nocturna a la Mezquita/Catedral y para ello ha presentado recientemente un proyecto que contempla una visita audiovisual por la Historia del monumento; visita que comienza desde el mismo Patio de los Naranjos, y que nos llevará entre mágicas luces y sonidos, de la mano de esa proyección, hasta el interior del templo, para contarnos, paso a paso, cómo los siglos han pasado por la Mezquita.

Será sin duda una forma distinta de conocer la Catedral en una visita que dura más o menos una hora y que se hará en diferentes pases a lo largo de todo el año.

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Category: Monumentos, Turismo e Historia en Europa




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