El asedio de Masada durante la primera Guerra Judeo Romana

| Javier Gómez

Masada en Israel

Tres años hacía de la caída de Jerusalén en manos romanas. De aquella ciudad fortificada con tres murallas, símbolo de la sociedad judía, apenas quedaron tres torres y un trozo de muralla.

La Primera Guerra Judeo-Romana, comenzada en el año 66 d.C. producto de las tensiones entre judíos y griegos, había derivado en un odio exarcebado hacia los romanos y el poder que sobre su territorio se detentaba desde la lejana Roma. Sin embargo, la revuelta no presentó la oposición suficiente como para evitar la masacre en que se convirtió la toma de Jerusalén a manos de Tito aquel 10 de agosto del año 70.

Roma estaba ya preparada para asaltar las fortalezas cercanas y entre ellas había una, la de Masada, a la que los judíos consideraban un bastión inexpugnable.

Situada a unos 5 kms. del Mar Muerto, en el límite del desierto de Judea, la fortaleza se alzaba imponente sobre un macizo tectónico de 45′ metros de altura, separada de la planicie por solo dos ramblas, los sinuosos «Camino de la Serpiente» y «Camino de la Roca«.

Según el historiador Flavio Josefo aquella fortaleza contaba con armas para diez mil hombres y metal suficiente como para producir igual cantidad. Habitaban allí unos mil judíos que habían llegado huyendo de Jerusalén, más un importante grupo de «sicarios», radicales extremistas comandados por Eleazar. Contaban además con un buen almacén de trigo, legumbres, aceite y vino, lo que hacía aún más difícil el asedio que se preveía.

Caídas las otras dos grandes fortalezas, Herodión y Maqueronte, el gobernador romano de Judea, Lucio Flavio Silva, dirigió hacia sus murallas a la legión X, más cuatro cohortes y dos alas de caballería, haciendo un total de nueve mil soldados romanos.

Establecieron campamentos en la planicie cercana y levantaron una muralla exterior sobre una tarima elevada de modo que la fortaleza quedaba totalmente aislada. Había que encontrar, no obstante, el modo de acceder a la misma, y solo el «camino de la Roca» parecía indicado para ello.

Masada y el Camino de la Serpiente

Masada y el Camino de la Serpiente

Foto vía http://www.flickr.com/people/69061470@N05

Hubieron de pasar siete meses desde que comenzara el asedio para ver terminada una rampa de acceso. Se necesitaron toneladas de piedras y tierra para construir un camino que llevara desde la Roca Blanca, un pequeño promontorio que estaba a 150 metros, hasta el lado occidental de aquel camino. Se solventaba así el importante desnivel que dificultaba el avance las torres de asalto.

En el año 73 comenzó el ataque final desde aquella torre de asalto. Mientras desde la plataforma superior se saeteaban las murallas, desde abajo se intentaba derribar la muralla con golpes de ariete, aunque al final hubo que recurrir al fuego e incendiarla.

Con el destino decidido, el líder de los sicarios, Eleazar Ben Yair, harengó a la población al suicidio colectivo antes que caer prisioneros. Sin embargo, el suicidio estaba castigado por su religión, de modo que la solución pasó por elegir a diez hombres encargados de dar muerte a los demás. Finalmente esos diez supervivientes debían suicidarse y el último de ellos quemar cuanto hubiera de valor dentro de la fortaleza.

El espectáculo al que asistieron los legionarios romanos al entrar fue dantesco. Tras las murallas encontraron los cuerpos de 960 personas y solo se salvaron dos mujeres con sus cinco hijos quienes se refugiaron en una cisterna y contaron lo sucedido aquella fatídica noche de abril del año 73 d.C.

Concluía así la Primera Guerra Judeo Romana.

DE TURISMO POR MASADA

Desde mediados del siglo VII este histórico sitio ha permanecido deshabitado. Tras la marcha de los romanos en el siglo II, en la cumbre se erigió una capilla en el siglo V y luego un monasterio bizantino, pero tras la conquista árabe, éste también desapareció.

Fue en el siglo XIX cuando se encontró el lugar y en el año 1842 cuando el estadounidense Samuel Walcott y el inglés William Tipping ascendieron su cumbre. A partir de ahí comenzaron a trazarse los planos de la antigua fortaleza. Con los años, el interés arqueológico creció y fue en la década de 1960 cuando se autorizaron las primeras excavaciones.

Entre los años 1995 y 2000 se creó un proyecto de desarrollo para Masada y se concretaron las labores de restauración que venían llevándose a cabo desde los años 60.

Hoy día se pueden distinguir una serie de estructuras que reflejan el pasado del lugar, desde el Palacio Septentrional que un día habitara Herodes, hasta el edificio de baños, los almacenes, la residencia del comandante de la guarnición y los cuarteles.

También se pueden ver los restos de los ocho campamentos romanos que asediaron la ciudad y la muralla externa que se construyó.

Para llegar a Masada, que se encuentra en el Consejo Regional de Tamar, en Israel, hay varias rutas; unas van desde Arad y otras que parten desde el Oasis de Ein Guedi, a 17 kms. del lugar. En Masada, al pie de la colina, hay montado todo un complejo turístico y, por supuesto, hay que pagar entrada para visitarlo. Además, puede subirse a la cima en funicular en apenas cinco minutos. También se puede subir a pie por el Camino de la Serpiente, pero lo cierran bastante temprano por el intenso calor que suele hacer.

Una visita tranquila y completa al lugar se puede llevar un par de horas antes de iniciar nuevamente el descenso.

Para consuelo de los turistas que bajan acalorados, en el complejo que hay junto a la meseta hay varios bares y sitios donde comer algo y beber un refreso o tomar helados.

Una vez repuestos… de aquí al Mar Muerto.

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Category: Turismo e Historia en Asia




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